Entrevista en nortecastilla.es a Enrique Pallarés, catedrático de Psicología de la Universidad de Deusto y autor de "Vivir con menos ansiedad: Manual práctico"
-¿Qué es la ansiedad?
-Es una emoción que en su origen tiene la función de avisar ante un peligro y de movilizar los recursos del organismo para hacerle frente. En sí misma no es patológica, pero cuando crea intenso malestar a la persona (la hace sufrir constantemente) o altera el funcionamiento social, profesional o familiar del sujeto, entonces estamos ante la ansiedad-problema o ansiedad patológica.
-¿Cómo se trata?
-La ansiedad se deja sentir a través de algunas manifestaciones corporales (tensión muscular, aceleración del corazón, sudor, etc. ), pero también a través de conductas manifiestas (sobre todo huir y evitar lo que se percibe como peligroso, sin olvidar por la paralización, conducta compulsiva, etc.) y de la sensación de malestar (intranquilidad, desasosiego), así como por creencias de que las cosas van a ir mal, que esto no tiene solución, etc. Para tratar los problemas de ansiedad hay terapias psicológica y farmacológicas. Tratamientos que dirigen los psicólogos proponiendo pautas de actuación, formas alternativas de pensar, etc. Fármacos que prescriben los médicos... Por supuesto, se pueden complementar.
-¿Cómo se domina la ansiedad?
-Lo primero que hay que hacer es no pretender que desaparezca del todo. Las señales o signos de ansiedad pueden asustar tanto a la persona que generan una ansiedad secundaria. Conviene advertir que cuando aparecen síntomas físicos (corazón, mareos, respiración) hay que excluir antes de todo la causa u origen médico. Además de esta actitud, existen otras estrategias y técnicas, como las diferentes formas de relajación, prescripción de actividades, exposición a lo que se teme, detectar y modificar pensamientos e imágenes que generan ansiedad y otras muchas más.
-¿La principal estrategia?
-Ver la ansiedad con otros ojos, no como enemigo. Objetivamente.
-El cuerpo se cuida hoy más que nunca. ¿Se le dispensa la misma atención al espíritu?
-Tal vez sí. El cuidado del cuerpo ha ido por delante del cuidado de lo psíquico. Nos cuesta menos ir al médico que al psicólogo. Sería importante una mayor formación psicológica. Sobre todo la que lleve a fortalecer al sujeto en su interior, a desarrollar recursos para actualizar nuestras potencialidades y resistir y superar circunstancias adversas.
-¿Es sano tener preocupaciones?
-Las preocupaciones en sí mismas no son malas. Pre-ocuparse, ocuparse antes. Es decir, prevenir. Resultan negativas cuando en lugar de prevenir se convierten en un dar vueltas a los mismo, sin que ello lleve a mejorar la situación o a resolver las cosas. Cuando la preocupación ocupa mucho tiempo pierde su función adaptativa. Este tipo de preocupaciones o cavilaciones hace sufrir a muchas personas.
-¿En qué medida la sociedad y sus valores generan ansiedad?
-En todas las épocas ha habido problemas de ansiedad. El hombre de cada época los ha vivido y expresado con acentos particulares. Los valores de la familia, de solidaridad y los valores espirituales actúan de protectores frente a la adversidad. En la medida en que perdamos o no cultivemos tanto estos valores estaremos más desarmados ante la adversidad y más a la intemperie.
-Es una emoción que en su origen tiene la función de avisar ante un peligro y de movilizar los recursos del organismo para hacerle frente. En sí misma no es patológica, pero cuando crea intenso malestar a la persona (la hace sufrir constantemente) o altera el funcionamiento social, profesional o familiar del sujeto, entonces estamos ante la ansiedad-problema o ansiedad patológica.
-¿Cómo se trata?
-La ansiedad se deja sentir a través de algunas manifestaciones corporales (tensión muscular, aceleración del corazón, sudor, etc. ), pero también a través de conductas manifiestas (sobre todo huir y evitar lo que se percibe como peligroso, sin olvidar por la paralización, conducta compulsiva, etc.) y de la sensación de malestar (intranquilidad, desasosiego), así como por creencias de que las cosas van a ir mal, que esto no tiene solución, etc. Para tratar los problemas de ansiedad hay terapias psicológica y farmacológicas. Tratamientos que dirigen los psicólogos proponiendo pautas de actuación, formas alternativas de pensar, etc. Fármacos que prescriben los médicos... Por supuesto, se pueden complementar.
-¿Cómo se domina la ansiedad?
-Lo primero que hay que hacer es no pretender que desaparezca del todo. Las señales o signos de ansiedad pueden asustar tanto a la persona que generan una ansiedad secundaria. Conviene advertir que cuando aparecen síntomas físicos (corazón, mareos, respiración) hay que excluir antes de todo la causa u origen médico. Además de esta actitud, existen otras estrategias y técnicas, como las diferentes formas de relajación, prescripción de actividades, exposición a lo que se teme, detectar y modificar pensamientos e imágenes que generan ansiedad y otras muchas más.
-¿La principal estrategia?
-Ver la ansiedad con otros ojos, no como enemigo. Objetivamente.
-El cuerpo se cuida hoy más que nunca. ¿Se le dispensa la misma atención al espíritu?
-Tal vez sí. El cuidado del cuerpo ha ido por delante del cuidado de lo psíquico. Nos cuesta menos ir al médico que al psicólogo. Sería importante una mayor formación psicológica. Sobre todo la que lleve a fortalecer al sujeto en su interior, a desarrollar recursos para actualizar nuestras potencialidades y resistir y superar circunstancias adversas.
-¿Es sano tener preocupaciones?
-Las preocupaciones en sí mismas no son malas. Pre-ocuparse, ocuparse antes. Es decir, prevenir. Resultan negativas cuando en lugar de prevenir se convierten en un dar vueltas a los mismo, sin que ello lleve a mejorar la situación o a resolver las cosas. Cuando la preocupación ocupa mucho tiempo pierde su función adaptativa. Este tipo de preocupaciones o cavilaciones hace sufrir a muchas personas.
-¿En qué medida la sociedad y sus valores generan ansiedad?
-En todas las épocas ha habido problemas de ansiedad. El hombre de cada época los ha vivido y expresado con acentos particulares. Los valores de la familia, de solidaridad y los valores espirituales actúan de protectores frente a la adversidad. En la medida en que perdamos o no cultivemos tanto estos valores estaremos más desarmados ante la adversidad y más a la intemperie.
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